Después de atiborrarnos de comida, de recibir fantásticos regalos de los Reyes Magos, de conseguir comer las 12 uvas y de muchas cosas más, no queda más que volver a la rutina habitual, esto es LA VUELTA AL TRABAJO
El síndrome postvacacional acecha a aquellos trabajadores que en breve volverán a su rutina habitual. Esta patología se caracteriza por la falta de adaptación a la actividad laboral tras finalizar las vacaciones. Quienes no se encuentran a gusto con su empleo son quienes más lo notan.
Desde la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria recomiendan tener una actitud positiva para ir adaptándose poco a poco al cambio de vida después de las vacaciones y evitar la ansiedad que genera el volver a los problemas cotidianos del trabajo y la familia.
Este síndrome se identifica por una serie de síntomas físicos, como fatiga, falta de apetito o dolores musculares, y psíquicos, como tristeza o irritabilidad. Suele presentarse en mayor medida en los más jóvenes y en aquellos que se incorporan a su trabajo sin transición alguna.
También son proclives al síndrome postvacacional quienes idealizan el periodo de vacaciones y los que no están contentos con su trabajo, especialmente los afectados por "burn out", personas "quemadas" por su actividad laboral cotidiana.
Los médicos de familia aconsejan no tomar ningún medicamento y acudir a la consulta si los síntomas no remiten en dos semanas.
El síndrome postvacacional también puede aparecer en los niños que regresan al colegio.
Para Jerónimo Saiz, jefe del servicio de psiquiatría del hospital Ramón y Cajal de Madrid, el síndrome posvacacional no existe como tal "porque no tiene entidad clínica. Si al volver de vacaciones se produce una depresión, es porque ya estaban enfermos previamente". Los otros síntomas que se manifiestan son normales en todo proceso de adaptación a un ritmo distinto. En todo caso estaría bien establecer estrategias para que esta vuelta de vacaciones fuera menos estresante.
Ángel Cárcova, sociólogo y especialista en salud laboral, fue el primero en utilizar el término "síndrome posvacacional". Fue a finales de verano del año 2000. Pero antes de usar el nombrecito de marras, este conjunto de síntomas ya había sido descrito antes por los profesionales de la salud. "Años atrás, desde la medicina general habíamos observado que justo después de las vacaciones la gente va más al médico para consultar sobre dolores y molestias en el cuerpo. En las estadísticas hay un repunte de las consultas al volver de nuevo a trabajar. E investigando e indagando descubrimos que era un fenómeno vinculado a las condiciones de trabajo", comenta Ramona Garcia-Macià. "Por ejemplo, en las empresas con flexibilidad horaria la incidencia del síndrome posvacacional es mínima, prácticamente nula. También hemos observado que hay diferencias entre países. Los países escandinavos son los que mejor parados salen de esta comparación", asegura la responsable de la Generalitat. En cualquier caso, se dé más o menos, el impacto para la salud es leve porque generalmente la sintomatología se diluye en pocos días.
No coincide totalmente en esta opinión Iñaki Piñuel, profesor de psicología del trabajo en la Universidad de Alcalá, que a los pocos días haya desaparecido la sintomatología del síndrome posvacacional no es para cantar vítores. "El síndrome aparece cuando hay una reacción de miedo y evitación a un entorno laboral tóxico. No se quiere volver al lugar donde se va a sufrir. Al cabo de unos días parece que el organismo se adapta a este entorno tóxico, se aclimata, pero esto no significa que la toxicidad ya no esté presente". Iñaki Piñuel quiere dejar bien claro que el síndrome posvacacional no es la natural vagancia de volver al trabajo. "El trabajo forma parte de la realización personal. El individuo que ha cargado las pilas tiene ganas de volver a su puesto. Pero si resulta que no es así, es que algo pasa. El síndrome es la punta del iceberg".
Mònica Lapeyra, psicóloga, consultora para empresas y especialista en acciones formativas a través de juegos, asegura que cuando se da este síndrome es porque hay algún otro elemento que no funciona. "Si a mí me gusta el trabajo que hago, me siento realizado y el estrés no me supera, hay un equilibrio entre lo que doy y lo que recibo. No tengo por qué sufrir el síndrome posvacacional. Es como la depresión del lunes: no se quiere volver al trabajo. Pero también he observado en mis cursos en empresas que hay personas que no sufren este tipo de síntomas
Precisamente observar cómo uno se integra en el trabajo los lunes es una manera de detectar si más adelante sufrirá el síndrome posvacacional. "Los fines de semana son como unas mini vacaciones", afirma Ramona Garcia-Macià. Si los lunes asustan, también asustará la vuelta de vacaciones. "Para funcionar bien en el trabajo hay que dedicar un tiempo equitativo al descanso, a la actividad laboral, al ejercicio físico y al contacto social", asegura Garcia-Macià. ¿Es un ideal? Tal vez, pero también una conquista, un reto. O eso o no hacer vacaciones para evitar el síndrome postvacacional. Pero no parece una buena idea. ¿No?
Conclusión: creo que hay una epidemia
¡BUENA Y ALEGRE VUELTA AL TRABAJO!
6 ene 2010
VUELTA AL TRABAJO
Publicado por
rosa
en 21:56
1 comentarios:
Haces un análisis impecable de la situación, casi no hay plagio. Por cierto, se te ha olvidado decir que la uvas estaban buenísimas!!!!!
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