Ayer salí a pasear en bicicleta y subiendo por la Santa Cruz se partió el eje del pedal derecho. Lo apañé con un palo y un trozo de cinta que encontré en el suelo. Quedó bien encajado, aunque fijo y muy incómodo. Luego giré hacia el convento de Capuchinos y al ritmo de clin-clin-clin se saltaron tres radios de la rueda de atrás, uno por cada clin.
Como la cosa parecía determinada a seguir mal, tomé el atajo de Los Geranios para volver a casa cuanto antes. Aquella zona, como sabéis, está llena de rampas y socavones, así que se fue rompiendo por partes la bicicleta: cayó el sillín, se descompuso la sujeción del manillar y por último, se partió la cadena. Esto sucedió exactamente ante la puerta de la clínica veterinaria. Había un cartel en la puerta.
Pero, y eso es lo que iba a contaros, últimamente no consigo leer bien.
El cartel de la puerta del veterinario rezaba: “Extraviado setter canela. Se recompensará a quien lo encuentre. Razón aquí ” y yo leí “No abandone aquí su bicicleta rota”. Una y otra vez leí lo mismo. Yo sabía que estaba mal, que leía mal, vaya, pero no conseguía leer mejor. Afortunadamente el ‘aquí’ coincidía en ambas sentencias, de ello extraje la certeza de que siempre hay un nexo, por débil que sea, entre lo correcto y su absurdo pertinente.
Y si estoy leyendo mal, me dije, ¿cómo saber en qué palabras o frases estriba la malignidad de mi lectura? ¿Y si lo que pone realmente es: “Traiga su bicicleta rota. Se recompondrá aquí”? Si hubiera leído esto, ahora lo veo claro, el absurdo pertinente entre ambas sentencias sería menor, pues, además de coincidir el ‘aquí’, concurriría también el ‘se recomp’. Y dos coincidencias aportan mayor aproximación que una.
Por afinar más y depurar errores, miré de nuevo y esta vez leí: “Entre con su bicicleta rota. Se recompondrá aquí”. Eso ya eran tres coincidencias. Cada vez me parecía menos absurdo, ¡qué queréis que os diga!
“Tal vez si espero sin acobardarme todo llegará a ser creíble”, me dije. Entré con la bicicleta en la clínica veterinaria y aguardé en la antesala a que llegara mi turno. Me precedían dos peces que habían llegado con la suya, esto me hizo dudar. Pensé en mi fuero interno que quizás me estaba equivocando.
4 comentarios:
Y quién no se ha equivocado alguna vez? Al menos tú eras consciente de que algo raro había!!!!
Per cert, les 04:57 me pareix una mica prest per escriure res!!!
Entre lo malament que entens ses indicacions y el mal estat de sa bicicleta veig difícil que arribis a pujar es col du Tourmalet, per molta EPO que te fiquin i encara que t´estiri en Pep Lluis fill
Es bonito este cuento ¿lo has escrito tu? me a gustado mucho.gloria
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