~ El parto de los montes: La Ética del Cuidado frente a la Ética de la Justicia.

7 dic 2009

La Ética del Cuidado frente a la Ética de la Justicia.








La Ética del Cuidado frente a la Ética de la Justicia.




Kohlbeg ha pasado a la historia por ser el artífice de la primera teoría del desarrollo moral completa y estructurada. Para desarrollar su teoría se inspiró en la teoría general del desarrollo cognitivo de Piaget y en la concepción kantiana de la moralidad, basada en principios éticos universales de justicia alcanzados mediante la razón por un individuo autónomo.


Kohlbeg establece un paralelismo entre el desarrollo moral y el desarrollo cognitivo. Así para Kohlbeg, el desarrollo intelectual es condición necesaria para el desarrollo moral, aunque no suficiente. Un individuo puede estar en un estadio de desarrollo lógico mayor que el estadio moral paralelo, pero nadie se encuentra en un estadio moral mayor que su estadio de desarrollo lógico. (Kohlbeg, 1976: 32)





El objeto de de investigación Kohlberg consistió en determinar los tipos de razonamiento empleados para tomar decisiones morales. Para ello, a lo largo de veinte años, realizó un estudio longitudinal que consistió en preguntar (todos sujetos masculinos) acerca de situaciones de la vida cotidiana que producen dificultades en las decisiones a tomar debido a los dilemas morales que plantean.




La moral kantiana, universal, abstracta y racional guía los presupuestos filosóficos de este modelo. Kant planteó que el fin de la razón es abrir al individuo el camino hacia el mérito haciéndole responsable. La primera premisa es por lo tanto hacer lo que se debe porque se debe, no por los resultados de las acciones ni por el deseo o las inclinaciones. Por lo tanto lo que el individuo ha de hacer es regular su conducta siguiendo leyes universales.


La ética del cuidado nace con el libro de Carol Gilligan (1936 - ) In a different voice: psychological theory and women's development (Harvard University press, Cambridge, Ma., 1982). En este libro Gilligan desafía la concepción tradicional de la teoría del desarrollo moral a la luz de las voces y las experiencias de las mujeres, hasta ahora excluidas en las teorías y los análisis sobre el desarrollo y la capacidad moral.

Gilligan refuta los resultados de Lawrence Kohlberg acerca del supuesto desarrollo moral diferenciado entre niñas y niños.

Este nuevo paradigma supera al anterior tanto cuantitativamente como cualitativamente. Cuantitativamente porque incluye en su análisis la experiencia de las mujeres y cualitativamente porque reformula algunos de los principios básicos del antiguo paradigma.


El principal punto de partida fue el hecho de que, según el estudio de Kohlbeg, las mujeres alcanzaban un desarrollo moral por lo general inferior a los hombres. Gilligan escucha una diferente voz en las mujeres, que no encaja en la teoría del desarrollo moral de Kohlbeg. Por ello define una nueva esfera moral que describe a las mujeres como iguales y no como inferiores. Según Gilligan, la teoría del desarrollo moral de Kohlbeg estaba sesgada al ignorar la realidad de las experiencias de las mujeres.


A partir de la constatación de estas anomalías Gilligan se propuso mejorar y completar la teoría tradicional del desarrollo moral de Kohlberg. Para ello se basó por un lado en el trabajo previo de otras investigadoras, especialmente Nancy Chodorow y Janet Lever sobre las diferencias de género en la socialización, y por otro lado, en tres estudios empíricos sobre conflictos morales en la vida real.


Las teorías de Chodorow han señalado una diferencia universal en la temprana socialización de hombres y mujeres: Puesto que las mujeres han sido tradicionalmente las principales cuidadoras de la infancia (tanto de niñas como de niños), mientras que las niñas se socializan en contacto con un sujeto de su mismo género, los niños se socializan en contacto con un sujeto de distinto género. Una consecuencia de este fenómeno es que los chicos tienen que negar su primera identificación con sus madres para desarrollar su identidad como chicos. Los chicos aprenden lo que significa la masculinidad de una forma más abstracta de la que las chicas aprenden lo que significa el rol de mujer. Como consecuencia las normas y reglas abstractas juegan un papel mayor en el desarrollo del género masculino que en el desarrollo de la identidad de género femenino. Gilligan utiliza estas tesis de Chodorow para explicar la diferente voz moral de las mujeres como un fenómeno psicosocial en lugar de biológico.


La distinción entre la ética de la justicia y los derechos, y la ética del cuidado y la responsabilidad, sirvió de recurso metodológico a Carol Gilligan para explicar de otro modo el desarrollo moral de las mujeres y de las habilidades cognitivas que éstas muestran.

El desarrollo moral de las mujeres mostraba, para Gilligan, dos diferencias principales respecto a la ética de la justicia:

1) El juicio moral de las mujeres es más contextual, está más inmerso en los detalles de las relaciones.

2) Muestra mayor propensión a adoptar el punto de vista del «otro particular».


De forma comparada, algunos de los rasgos de las éticas son:

Ética de la justicia

Ética del cuidado

Se basa en la aplicación de principios morales abstractos (formalismo). Es importante la imparcialidad, mirar al otro como un otro genérico prescindiendo de sus particularidades como individuo (imparcialismo). Por estas características, todas las personas racionales deben coincidir en la solución de un problema moral.

Se caracteriza por un juicio más contextual. Hay una tendencia a adoptar el punto de vista del "otro particular", con sus peculiaridades, a la intervención de los sentimientos, la preocupación por los detalles concretos de la situación a juzgar. Como se tiene en cuenta el contexto, no todos han de coincidir en la solución del problema moral.

Se basa en el respeto de los derechos formales de los demás. Sería el derecho de un ser humano a hacer lo que desee sin afectar los derechos de los demás, por lo que supone poner reglas que reduzcan la invasión de otros derechos y así limiten el daño al mínimo. La responsabilidad hacia los demás se entiende como una limitación de la acción, un freno a la agresión.

Se basa en la responsabilidad por los demás. Eso supone una preocupación por la posibilidad de omisión, de no ayudar cuando podríamos hacerlo. No se trata solo de contener la agresión, la falta de respuesta, no actuar cuando habría que hacerlo, es también un problema.

Para esta ética es necesario partir de las personas como separadas, independientes. Supone una concepción del individuo como previo a las relaciones sociales.

Se basa en la comprensión del mundo como una red de relaciones en las que se inserta el Yo. De ahí surge un reconocimiento de las responsabilidades hacia los demás.

Se ocupa de cómo llegar a unas reglas mínimas de convivencia, o mejor aún, de marcar los procedimientos que se deben seguir para llegar a resultados justos, pero sin pronunciarse sobre los resultados mismos. Por tanto no se puede decir que algo es bueno en general, sólo si la decisión se ha tomado siguiendo las normas. (procedimentalismo).

Se ocupa no sólo de las reglas, sino de cualquier cosa que se valore como moral.




Podemos afirmar que las éticas feministas se caracterizan por dos elementos:

1. La subordinación de las mujeres no se puede defender moralmente.

2. La experiencia moral de las mujeres debe expresarse con el mismo rigor y valor que la experiencia moral de los hombres.

La ética del cuidado, tuvo como hilo motor de su nacimiento la defensa de estas dos tesis:

· Con respecto a la primera tesis (la subordinación de las mujeres no se puede defender moralmente) “se trata de preguntar si a la base de la discriminación jurídico-política se encuentra la inconfesada convicción de que las mujeres son realmente incapaces de vida moral”. (Cortina, 1990: 306). En este sentido, Gilligan critica la clasificación de estadios morales de Kohlberg, porque sitúa a las mujeres en un nivel de desarrollo moral inferior al de los hombres.

Pero no sólo Kohlberg, también sus predecesores desde Rousseau, Hegel, Freud o Piaget atribuyeron a las mujeres una menor capacidad moral. “Durante buena parte de la historia se ha considerado que la naturaleza de las mujeres respondía a lo que podríamos llamar virtudes domésticas, y que era menos apta para adoptar una perspectiva amplia” (Singer, 1995:209-210). En el mundo antiguo y desde al menos la época de la doctrina pitagórica de la reencarnación, el alma de la mujer era considerada a medio camino entre la de un animal y la de un hombre; sólo las almas de los hombres virtuosos eran dignas de alcanzar la inmortalidad (Waithe, 1989: 5). En los mismos albores del s. XX Freud criticó y subestimó el desarrollo moral de las mujeres, al que consideraba viciado por rechazar la ciega imparcialidad.

· Con respecto a la segunda tesis (la experiencia moral de las mujeres debe expresarse con el mismo rigor y valor que la experiencia moral de los hombres) podríamos afirmar que es el objetivo principal de la obra de Carol Gilligan y el origen de la investigación de la ética del cuidado. Gilligan destaca primero la ausencia de estudios sobre la experiencia moral de las mujeres y luego trata de suplir esta ausencia explicitando las principales características que sus entrevistas con otras mujeres y un estudio exhaustivo y riguroso le han proporcionado sobre la especificidad moral de las mujeres:

El modelo ético de la justicia, resulta ciertamente limitado al dejar al margen determinados aspectos pertenecientes al razonamiento moral humano que por motivos presumiblemente sexistas, no han empezado a hacerse visibles hasta hace bien poco a través de estudios de feministas como Gilligan.


Gilligan postula la imposibilidad de evaluar con un único modelo (el masculino) la forma en que mujeres y varones actúan frente a situaciones o conflictos sociales que demandan una decisión ética. Del mismo modo, considera inadecuado sostener que la imparcialidad y la justicia, deben ser los patrones más elevados para juzgar la conducta moral de todas las personas. Gilligan sostiene que debido a la conformación del Yo, las mujeres tienden a evaluar los problemas éticos en relación con su contexto, considerando los sentimientos y problemas de cada uno de los actores antes de emitir un juicio, en lugar de aplicar principios morales de modo formal o buscar la imparcialidad.


Frente a éticas que buscan lo puramente formal (como el kantismo), lo meramente legal (como algunas interpretaciones de las éticas del derecho), o que deciden en función de los beneficios individuales o sociales (como el utilitarismo), la ética del cuidado quiere centrarse en el sujeto, en sus relaciones y afectos, en su manera de "sumergirse" en una situación o problemática ética, y en su deseo de decidir del modo que más favorezca el bienestar del otro, incluso por encima de reglas abstractas que no llegan a comprender las dimensiones emotivas de cada situación.


En general, la ética del cuidado quiere recuperar la importancia de las dimensiones emotivas y los sentimientos, de las relaciones y del interés, en la vida moral.


Para Gilligan, los hombres tienden a subrayar la importancia de los derechos y la justicia, de los principios abstractos, mientras las mujeres darían mayor importancia al sentido de responsabilidad que nace de las relaciones humanas, sentido que se hace especialmente fuerte en las relaciones entre padres e hijos.


El peligro que se esconde tras la clasificación de la ética del cuidado como ética feminista es la de creer que el cuidado es una tendencia de signo biológico en las mujeres. Pero este peligro queda superado tras reconocer el carácter de construcción social y de aprendizaje de esta tendencia.


Por tanto es una teoría que incluye, antes que reglas para su consideración, las diferencias en la voz femenina, donde lo moral puede entenderse como el sentido de responsabilidad por otro ser humano pero también como la preocupación por uno mismo. Y la responsabilidad no sólo como no causar daño sino como atención y cuidado.

Una conciencia de la dinámica de las relaciones humanas se vuelve entonces fundamental para el entendimiento de lo moral, uniendo el corazón y los ojos en una ética que vincule la actividad del pensamiento con la actividad de atención y cuidado.






4 comentarios:

Antonia 7/12/09, 12:16  

¡jolines! Pero muuuuuuuuuchos jolines!!!!

Gloria 13/12/09, 9:27  

Me ha parecido muy interesante!!!!

En Pep nostro 27/2/10, 17:55  

Repasando entradas antiguas he dado con este tema de loreto.
Muy interesante pero mal ubicado.
Antonia, ¿Puedes descolgarlo de este bog y pasarlo a "Ratones de Monte"?. Hay más nivel.
Con deseos de salud creciente.

Biel 5/3/10, 10:49  

Tomándome un respiro en mi trabajo, me meto en "El Parto .." para ver "si hi ha res de nou". Leo con emoción llamadas a la pronta recuperación de Antonia, pero como que la vida sigue, leo otras cosas. "Soldat de Ceuta", muy entrañable (por cierto, si para los salineros, el mundo está en poniente, ¿qué deben decir en Santanyí?). Y me topo con este tostón feminista de Loreto... ¡Totalmente en desacuerdo!. La compasión, la misericordia, etc son valores éticos importantísimos, pero que nunca hay que confundir con la Justicia. Lo contrario nos lleva a un "buenismo zapateril" que nos hace perder a la larga los referentes morales, haciéndonos caer en un relativismo en la que nadie sabe lo que está bien ni lo que está mal.

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